domingo, 21 de noviembre de 2010

Cuando perder es ganar


Era noviembre cuando realmente la conocí. ¿cómo olvidarla? Siempre estaba de buen humor y sonriendo. Parecía muy feliz, pero tenía un pequeño problema: no existía. 

Digamos que, quizás, era muy inocente y confiaba demasiado en los demás. Esperaba mucho de donde había poco o a veces nada. Y al preocuparse más por los que quería que por ella misma y no ser correspondida en su totalidad, dejaba de existir. No era un problema, pero llego a serlo cuando empezó a afectar su propia felicidad. Ella solía llamarlo "soledad", pero era más bien un vacío. Tal vez sea la sensación más amarga que llegues a experimentar. Llegar a sentir que por más que hayan mil personas a tu alrededor, a ninguna le importes, a ninguna le interese como te sientes. Es también sentirse incompletos. Algo que nos vuelve seres vulnerables. Pero, a pesar de todo, es un sentimiento bastante particular: sentirnos solos aunque no lo estemos. Nuestra conciencia nos perturba con recuerdos y problemas. Y era exactamente eso lo que ella sentía. Lo que nadie realmente sabía es todo lo que sufría en silencio. Ese mismo día, explotó. No se contuvo más y lloró hasta que sus ojos se tornaron rojos. Se me rompió el corazón al verla y fue peor cuando me di cuenta que lo que estaba viendo era un espejo. ¿Es tan difícil escucharlo como sentirlo? De pronto me puse a pensar que sufrimos por culpa de las otras personas, es decir, influimos en la felicidad y la tristeza de todos. ¿Cuántas veces hemos ahogado a alguien en soledad por simple indiferencia? Pensamos solo en nosotros y hacemos que el dolor de los demás sea invisible a nuestros ojos. Siempre queremos que se preocupen, pero ¿siempre nos preocupamos? 
Ella salió sola adelante, perdiendo el miedo a perder, amándose tal cual es. Perdió la ilusión y empezó a soñar. La ilusión es negar la realidad, en cambio si tú sueñas, quieres cambiarla. Por lo tanto, no habría desilusión dolorosa de por medio. Ganó madurez, aprendizaje y experiencia. 
A veces hay que perder para poder ganar. Después de todo, los vacíos por los que uno atraviesa en su vida, son esos tipos de maestros de los que es difícil aprender, que te exige mucho de lo que en ese momento no tienes, pero que terminas las clases sabiendo.
Era noviembre cuando realmente la conocí. ¿Cómo olvidarla? Si "ella" era yo.

2 comentarios:

  1. Y en noviembre volvió a nacer, para quedarse y vivir por ella. Amar por ella, amarse,y saber que aunque pasen muchos a su lado sin mirar, habrá uno que la mire como un sueño, como su fantasía, como su doncella.

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