lunes, 26 de julio de 2010

Asomarse al precipicio.


Escribir sobre alguien que formó parte de tu pasado es un poco asomarse al precipicio, pero intentare no caerme. Es atraer con un imán todos los recuerdos desde fotos, conversaciones hasta canciones que te remiten a esa persona que con su mirada lograba congelar tus sentidos, que trataba de conquistarte cuando tus alas ya no te podían llevar más alto de lo que estabas. 
¿Qué se puede decir cuándo hubieron buenos y malos momentos? 
Los buenos fueron pocos en realidad, otros muy buenos los creé en mi mente y sin querer pensaba que habían existido, por lo tanto en mi mente era feliz. Los malos me hicieron tomar repentinos vasos de nostalgia en el bar que mi alma visitaba con frecuencia llamado ''Brindo porque mi vida es una mierda''. 
Mi felicidad nunca fue felicidad con él, mas bien podría llamarla angustia. Siempre sentí que a veces me quería y a veces no. Cuando se acordaba era bueno, luego tener que atravesar los días sin una luz que te alumbre, era fatal. 

Hoy, todo ha pasado. Puedo entrar al Google de mi mente y buscar: Razones por las cuales me gustó: Aproximadamente 7500 resultados. Razones por las cuales me decepcione de él: Aproximadamente 1,840,000 resultados. Razones por la cuales me merece: Lo sentimos, la búsqueda no obtuvo ningún resultado.

jueves, 15 de julio de 2010

Vacio interior


Mi única equivocación fue sentarme y escribir. Explorar en la incomprensión y dejar que los pensamientos se ahoguen en un mar de dudas. Más de una vez me pregunté cuales eran las palabras exactas para describir aquel sentimiento... como si sintieras un vacío interior. Como si me faltara algo indispensable, pero se esconde entre la oscuridad del pensamiento y sin alguna luz que alumbre no lo puedo hallar. Camino hacia un pasadizo, el cual parece nunca acabar.
¿Es posible que a esta edad sienta esto? ¿Por qué no?
Todas las personas dicen que los adolescentes suelen hacer un mundo de un pequeño problema. Puede que tengan razón; sin embargo, si lo vez desde la perspectiva del adolescente puedes apreciar que las alegrías o las tristezas que tienes a esa edad, te marcaran en un futuro. Creo que son como cicatrices, quizás se vayan o quizás no. 

Deja de correr



¿Alguna vez te llegaste a sentir solo? ¿Alguna vez quisiste irte lejos de todos y de todo?
Yo sí. Muchas veces. Siempre me lo cuestioné. Creo que todos pasan por un momento así: el niño, el adolescente o el adulto. Hasta que en un momento de mi vida, abrí los ojos a una vida nueva. Fue como una cachetada y entonces me encontré con la realidad. Fue como decirme: "¡Deja de correr! Sin saber a donde vas sin saber por qué lo haces. ¡Deja de correr!" - me repetía - "El objetivo de la vida no es llegar primero".

A quién le escribo



Yo lo siento, como si me acariciara suavemente todo el tiempo, como si me hablara al oído, sin que nadie más escuchase lo que me dice o me tratase de decir, como si nadie lo viera o le prestara atención. Es simple la necesidad que le tengo, aunque a veces no noto que esté ahí siempre conmigo. Muchas veces me despeina como si solo estuviera jugando y muchas veces también tiene que correr para que la gente se de cuenta de su inevitable existencia. Por eso cuando escribo algo y nadie más lo lee, yo se lo escribo. Le escribo al aire. Sin saber si él me escucha, sin saber si él lee mis cartas, sin saber si él siente lo mismo cuando opaca una sonrisa o cuando la gente respira y se olvida que lo ha hecho. El esta ahí, sin alejarse si quiera un segundo, lo respiro, lo siento. El es dueño de mis secretos y se los confió plenamente. El me tranquiliza cuando estoy en un mal momento solo basta con respirarlo profundamente. el es parte de un suspiro, de tristezas y de alegrías. Es el amigo indispensable y eterno que te da la vida sin pedirte algo a cambio, que te escucha sin quejarse, que te habla sin emitir sonido alguno y te hace escuchar al corazón.

Aprediendo a vivir


Un día mi papá me miró a los ojos y me dijo: "Todavía te falta mucho por vivir". Entonces comprendí que mi vida recién había comenzado, que pase lo que pase no había vivido demasiado como para saber lo que era vivir. Y sigo preguntándome aún, si podré saberlo algún día.


Vivir es una palabra a la que muchos encuentran un significado diferente, una palabra a la que muchos temen y un simple resumen de lo desconocido. Quizás, deba empezar por apreciar mi vida, con sus defectos y virtudes, porque vivir no es solo pasar el presente, sino también mirar al futuro y aprender de tu pasado. Lo único que puedo decir al respecto es que, para vivir bien es necesario levantarse, levantarse después de una caída. Seguir caminando. Seguir soñando. Seguir sonriendo. Vivir es también ayudar a las personas que pasan por tu vida y dejar el mundo un poco mejor de como lo encontraste. 

Una carta para Magdalena

Como un viejo soñador me aferré a tu humilde recuerdo, 
como si mi mente no quisiera soltarlo, no quisiera perderlo.

Me bastaría con mirarte una vez más y pensarte tan lento, 
como cuando la luz de tus ojos detenían el tiempo. 
Mi esperanza de felicidad y amor, hiciste enmudecer,
mi alma sin pedir permiso se fugó contigo de mi ser.
Mi mirada es blanco y negro, se a olvidado del color,
mi nombre ahora es melancolía y mi apellido dolor.
Las ventanas de mi alma se cerraron con el viento,
de tus distantes palabras que hoy yo ya no siento.
Nunca llores cuando veas una carta de la persona que amas,
es lo único que aprecio desde que ya no escucho que tu llamas.
Todavía me acuerdo y a veces me pierdo en aquel día de Abril, 
que cruzamos miradas y por primera vez te vi sonreír.
No me olvidaré de ti cuando una ilusión llegue a mi vida, 
estas van de vuelta, y yo aún te espero en la ida.
Hoy me encuentro en un callejón oscuro, perdido y sin hogar, 
mi alma juega con mis sentimientos y la abulia no me quiere soltar.
No te imaginas, no calculas, no sabes cuanto te extraño, 
y con alegrías ni felicidades me he juntado este año.
Hoy logré entender lo que tus pupilas silenciosas me gritaban,
hoy que te fuiste mis razones de vivir no me levantaban.
Esa noche nunca pensamos que no nos volveríamos a ver,
esta mañana que no despertaste, que descansa en paz tu ser,
quería mi alma descoserse de mi cuerpo para encontrarte, 
y navegó en un mar de recuerdos, como un artista sin arte.
Aquella lágrima que hoy en mi mejilla derramo, 
muestra la soledad y la evidencia de que yo todavía te amo.

Que difícil


Qué difícil es hacer que a uno se le pongan los pelos de punta, que las palabras suaves se hagan melodía en tus oídos y que besos y caricias que manda el pensamiento aferren el recuerdo de un alma que no es nuestra. ¿Cómo tocarle la puerta al corazón con emociones que hacen equilibrio en un hilo donde solo el destino lo sostiene con sus delicados dedos?. Qué difícil es entrar en el pensamiento de otro y navegar en un mar de dudas sin poder salir victorioso de una guerra sin armas, de una paz sin banderas blancas. Cómo agarrar las estrellas tan solo mirándolas, como atravesar la soledad sin sentirse completamente solo, como reír cuando el corazón llora, eso es solo de gente grande, fuerte.

En ocasiones, y sin querer, recitas en un papel los capítulos de tu vida y limpias suavemente los pasillos de tu alma sin saber que el que se sienta cómodamente a la orilla de la chimenea y se deja expresar por las palabras es el corazón. Corazón, si hoy quiero mirar con el corazón, porque él guía sin mirar, el alma sigue sin pensar, y por más que la razón lo contradiga una y mil veces, en el piso del dolor todos tropiezan. Y es que cuando uno confía sus alas, ya no puedes controlar el subir o el bajar. Así es como uno aprende en esta vida, cómo uno se vuelve luz estando apagada o cómo uno se vuelve una calculadora malograda que se olvida de sumar, porque en el juego de la vida la suerte depende de los dados y la ganas dependen de uno mismo.