jueves, 15 de julio de 2010

Que difícil


Qué difícil es hacer que a uno se le pongan los pelos de punta, que las palabras suaves se hagan melodía en tus oídos y que besos y caricias que manda el pensamiento aferren el recuerdo de un alma que no es nuestra. ¿Cómo tocarle la puerta al corazón con emociones que hacen equilibrio en un hilo donde solo el destino lo sostiene con sus delicados dedos?. Qué difícil es entrar en el pensamiento de otro y navegar en un mar de dudas sin poder salir victorioso de una guerra sin armas, de una paz sin banderas blancas. Cómo agarrar las estrellas tan solo mirándolas, como atravesar la soledad sin sentirse completamente solo, como reír cuando el corazón llora, eso es solo de gente grande, fuerte.

En ocasiones, y sin querer, recitas en un papel los capítulos de tu vida y limpias suavemente los pasillos de tu alma sin saber que el que se sienta cómodamente a la orilla de la chimenea y se deja expresar por las palabras es el corazón. Corazón, si hoy quiero mirar con el corazón, porque él guía sin mirar, el alma sigue sin pensar, y por más que la razón lo contradiga una y mil veces, en el piso del dolor todos tropiezan. Y es que cuando uno confía sus alas, ya no puedes controlar el subir o el bajar. Así es como uno aprende en esta vida, cómo uno se vuelve luz estando apagada o cómo uno se vuelve una calculadora malograda que se olvida de sumar, porque en el juego de la vida la suerte depende de los dados y la ganas dependen de uno mismo.

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