sábado, 18 de diciembre de 2010

¿Algún voluntario?



Creo que nadie conoce el paraíso hasta estar en él. Pero… ¿Si ya hemos estado ahí? ¿Entonces todos sabemos que es el paraíso pero simplemente no lo recordamos?

El mundo estaba en desgracia. Hace más de 2000 años que Dios había mandado a un espíritu elegido y ya nadie lo recordaba como antes. Estaban destrozando la tierra, borrando sueños, inventando falsas felicidades y enseñándolas. Se tenía que hacer algo con urgencia. Entonces Dios juntó a todas las almas en el mismo lugar y mirando el mundo con una expresión de sufrimiento en el rostro, sintiendo que todo su esfuerzo había sido en vano, preguntó: ¿Algún voluntario?
Muchos ni respondieron. Se negaron los restantes. No querían volver a ese mundo en el que habían sufrido tanto. En aquel paraíso todo era perfecto, una fuente de energía. ¿Quién quisiera regresar? Pregunta Absurda.
-"A la escuela no vuelvo"- gritó uno. Todos habían volteado sus rostros indiferentes. Hasta que la más pequeña de las niñas se paró y dijo: -"Yo estoy dispuesta a volver"-. 
Todos extrañados voltearon a verla. Ella prosiguió: -"Quiero ser esa persona especial que nunca tuve ahí. Quiero abriles los ojos, mostrarle lo importante que son"-. Dios respondió: "Pero cuando te mande ahí no recordarás nada de lo que estamos hablando, ya no recordaras la vida maravillosa por la que luchaste". La niña sonriendo le dijo: "No importa, estoy dispuesta a volver a hacerla. Algo me faltó completar ahí. El mundo va a cambiar, te lo prometo".
Un individuo intervino y dijo: -"Padre, ¿cómo mandarás a la más pequeña de tus hijas con la tarea más grande?"-. Dios respondió entonces: "Hijo, cuando uno es llamado al paraíso es cuando te graduaste en la escuela de la vida, es decir que necesitaste aprender de ella para hacerlo. Ahora yo te digo, ¿si terminaste la escuela con más años significa que sabes más que el que lo hizo también pero más rápido? No, pues tan solo fue que necesitaste más tiempo para aprender lo que mi hija hoy nos demuestra". 
De pronto, tras una tormenta, se abrió el cielo y partiéndolo en dos una luz propensa. Fue ahí donde ese ángel bajó del paraíso y su luz empezó a brillar tan fuerte que nadie pudo ver más allá. Y ella desapareció.
Suelo pensar que todos ya hemos estado en el cielo. Antes de nacer estamos ahí y terminando la vida vamos de regreso. No sabemos si es que tenemos varias vidas. No sabemos si levantamos la mano para ser voluntarios y por eso estamos aquí. No sabemos cuántas veces no hemos querido regresar, pero finalmente lo hicimos, con el propósito de perfeccionar nuestro espíritu aprendiendo y dejando mejor el mundo de lo que lo encontramos.
Cuando nacemos, cómo somos seres divinos pero no perfectos, Dios nos da una sola ala, y nos da libertad para elegir como complementar la otra que nos falta. Lo que hace la mayoría es abrazarse a otra persona, entonces pueden volar. ¿Pero qué pasa si esa persona te suelta? Lo de siempre, te caes y por lo tanto sufres y sufres y sigues sufriendo pues mientras más alto llegues peor será la caída. En cambio, cuando aprendemos a querernos a nosotros mismos de verdad antes de a cualquier otra persona, desarrollamos nuestra otra ala, entonces si nos sueltan no nos caemos, porque sabemos realmente cuánto valemos y nada nos daña. Y por lo tanto, nuestro vuelo se encamina a la perfección del espíritu.

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