domingo, 5 de diciembre de 2010

Una pausa de luz


Un apuro de vida dominante que de mascota me llevaba,
es absurdo darse cuenta de todo lo que ignoraba.
Una mañana y rodeándola una luz me soltó la correa,
inundando un cristal tras un cielo azul y dejando que vea,
ese algo tan divino que no pude entender en ese instante.
Fue un impacto contra el alma que resultó intrigante.
No fue cansancio lo que me tumbo en una silla mirando la ventana,
quizás mi espíritu quería llenarse enteramente de esa mañana.
Tan divino es el sol que fue inexplicable como me alegró el día.
Tan divino es el poder de mi espíritu que mi mente cayó de rodillas.
Nuestra alma nos pide descanso, alimento de lo más fino.
Al igual que nuestro espíritu buscará siempre lo divino.
Entonces entendí que tenemos tanto dentro de nosotros, más que solo mente.
Una fuerza increíble en el alma que no sabemos usar correctamente.

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